El idioma del silencio

«Los humanos son tontos.», dijo la criaturita, mientras sumía sus dos ascuas en la inmensidad del cielo. «Creen que tienen un hermoso idioma, lleno de formas para poder expresar sus necesidades y también aquello que han denominado "verdad". Jaja, río con ganas, al pensar que esa menuda palabra "verdad" no es mucho más distinta de "culo" o incluso de una tan simple como "es". ¿Cómo pueden creer entonces que sus secreciones verbales sirven para describir algo?»

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«Las criaturitas, si es que las puedo definir en una cofradía, tenemos el otro idioma, que es distinto del que balbucean los humanos. ¡Vaya si lo es! Es un idioma que no tiene vocales, pues no se necesitan. Las vocales solo sirven para exagerar aquello que se puede decir en voz baja, suavemente sin perturbar los sonidos que pueblan la natura.»

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«Tampoco tenemos consonantes, pues son meros obstáculos para la expresión infinita. Nuestras posibilidades crecen más allá de la floresta de penumbras: porque es el silencio el elemento que une la arquitectura de nuestro idioma.»

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«Hay silencios abruptos que declaran cuando nos damos cuenta de quienes somos realmente y qué hacemos en el mundo.»

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«Otros silencios son parsimoniosos y dan cabida a la reflexión del otro. Con esos silencios pesados y brumosos damos a entender que comprendemos que no somos uno sino muchos.»

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«Hay un silencio añoso, casi sempiterno. Es el silencio que sirve para dar a entender que has comprendido todo esto finalmente.»

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«Ah, pero que difícil es para un duende tratar de hacer entender esto a un humano...»

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