Valpo taciturno...

Era una noche de esas en que los vidrios lloran como ojos dolorosos.
Nosotros dormitábamos abrazados a unas cuantas botellas de chela rancia
y desvanecida, un plato grande de chorrillana (que la mayoría había
vomitado ya en el baño del local), y una atmósfera confusa de opiniones y deseos mal esgrimidos...


(comenzado por Pluskuamperfekt)

Continúa la historia..

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Anonymous Anónimo dijo...

Este es un experimento colectivo cuyo objetivo es la generación espontánea de un texto original elaborado por medio de las contribuciones graduales de varios autores.
No tiene un objetivo general definido, pero podemos definir varios objetivos individuales.
Mi propuesta es que una vez que el autor contribuye con su parte, agregue asimismo un comentario respecto de su objetivo personal.
El procedimiento es simple. Lee lo que va publicado del cuento. Si quieres contribuir hazlo aquí.
Iremos agregando al cuento gradualmente las contribuciones. Finalmente tendremos groso cuento colectivo.

Pluskuamperfekt

6:07 p.m.  
Blogger el mismo dijo...

Como puedes ver, querido amigo, he aportado con el título... me pareció reflejar la atmósfera de tu primer aporte, al menos la que pude percibir...

6:15 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

quisimos olvidar por qué estábamos ahí, quisimos dejar de querer estar ahi y solo haber caido

7:07 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Nos nublaban la conciencia los sucesos que habíamos presenciado esa noche. Cada uno de ellos, como un verdugo, se abalanzó sobre su víctima con indiferencia. Al final, cumplida la tarea, se replegaron a sus apacibles vidas, siguiendo la huella colorada. Nosotros, impávidos, quisimos huir de aquél escenario nefasto. Supongo que sentimos todos lo mismo en ese momento. El tiempo se nos volvió una verdad irremediable. Nuestra propia rebeldía duró menos que un instante; y casi sin darnos cuenta, nos encontrábamos alrededor de esa mesa, tratando de comprender y de olvidar. Olvidar a uno que estuvo entre los nuestros, como invitado de piedra. El que nos hacia recordar nuestra miserabilidad cotidiana y que acabó de manera tan nefasta. Aún así, nuestros rostros reflejaban cierto alivio. Pero no éramos conscientes de que nuestra cotidiana miserabilidad, ésa que a ratos llegaba y se iba rápidamente a molestar a otros, sería desde entonces una compañera inseparable.

11:42 a.m.  
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