Un pequeño héroe

Así se había vislumbrado por el angosto espacio de una mirada, poesído por las maromas cósmicas de la sinrazón, y un absurdo que resbalaba por los órganos como pugnando por salir. Quién era el recipiente de toda esa sofocación ociosa que me llenaba los pulmones o deberé decir que llenaba las exudaciones mágicas de él.

Así, el pobre Gnomo de Traquelón, se vió en la necesidad de apretar cachete por la fisura geláctica que se formaba en el breve momento que escribía estas líneas para huir hacia un destino menos aciagom, del que le había deparado la cruenta trahíla de cazadores y circenses que querían de sus manos asir el estrellato y la ansiada Fortuna Humanis, en neo-latín.

El universo es uno sólo oía de las pocas petras Grafónicas que logró sustraer al Museum Gugenhaim, en nueva york. Pero el comprendía otras voces del barullo ensordecedor que hacía los seres humanos en sus grandiosas Naves Sideralis.

Un grupo de 500 mil soldados, gladiadores, foragidos y cazarecompenzas tras su cabeza a modo de polillas en pos de la luz, pero no hay explosión tras el final