Lucho

Hace algunos días la furia de una delación me hizo dirigirme contra la página en blanco y un llamado amigo...
he aquí el resultado

Los siguientes acontecimientos aquí narrados surgen del más acérrimo odio ejercido en contra de la persona de mi ex-amigo Luis Díaz Baltazar, quien en un acto de grandioso oprobio tracionó mi confianza arteramente.
Sé que la escritura del odio o hatespeech de algún modo que aún no comprendo completamente auxiliará a engrandecer al sujeto de mi denostación, es por lo mismo que seré breve. "Sanguis nulla est sed breve", dice el filósofo demostrando esta razón aquí expuesta.

Sucedió todo en una sofocante madrugada por ahí en el 1997, la cual se vió despejada por los arrogantes pasos de las mechonas universitarias que con sus salivas lascivas iban pintarrajeando los rostros de nosotros los alumnos de colmillo superior.

Y eramos para tales efectos versados charlatanes, aprehendiendo verbos en japonés, y palabrotas en indochino, a fin de celebrar nuestras o(d/c)iosas ocurrencias.

En el transcurso de esa mañana pegajosa por los cuerpos tránspiros que se aglomeraban en los pasillos de la universidad, conseguimos convidas a las muchachas a una pequeña celebración de princio de semestre.

Alguíen tuvo la desafortunada idea de ir a la casa del lucho, grandilocuente latero que vaciaba su bilis gastroenterofágica sobre el contertulio con un secreto afán, que a poco andar se iba transformando en un barullo vomitivo, tanto iterativo como soporoso: joligud.

Aquel panfleto meloso del hermano mayor norteamericano, que en este sujeto hacia una condición de vida, un hálito indispensable para su soplo de vida, una segunda piel para su desgastado pellejo, una sintáxis para su tartamudeado verbo.

(...)

continuará

(si oh!)

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Anonymous Anónimo dijo...

y pq no siguió??? pucha oh, taba bueno

6:21 p.m.  
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