Mis amigos han traspasado la frontera de lo miserable y ataviados con sus atuendos de monjes de lo inexplicable me sugieren modos de actuar.
El H***** me dice que no hay bien que por mal no venga, o yo así lo creo, mientras me recuerda cómo sus expectativas de nóvel sirviente de una multinacional se vieron trocadas por inocuos deseos y extravíos grotescos. Imposibilidades de remontar sueños en ancas de poder supremo.
El O**** me instruye que la verdad no es la estulta sonrisa de un feliz, sino un eterno desencuentro entre el ser y sus deseos. Desapego para tu búsqueda, deseo non en tus actos. Como un autista con asperguer que sabe enumerar los mil infortunios de su alma.
Lo que me lleva al L*** que es el único capaz de ver en el otro la causas de sus males, a modo de un bush en un reino de ciegos, que borbamdea bagdades extrañas.
Yo no sé que nos pasa amigos, será el resfrío del primer lustro o algo así, o quizás yo me vuelva susceptible a sus palabras musitadas con desapego...
lo que sea tendrá que ser mayor que la fuerza que generó esta cadena de acontecimientos...

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