La búsqueda

Ota Benga nuevamente hace sonar sus cadenas contra los barrotes, como si el sonido metálico resemblara aquellos días de fiesta en la pequeña aldea, y todos los recuerdos de caminatas extensivas a través del Serengeti hacia el lago Victoria. Recuerda el tremendo mamón que Colula le dio la noche anterior a su circuncisión; como aquella lengua de fuego describía circunvalaciones regulares sobre el glande, como se balanceaba en cuatro patitas para llevar sus labios a la empuñadura del pene seguido de un impulso succionante hacia atrás, todo bajo el manto estrellado, uranizado sobre su cabeza. Al otro día, le cortaron el prepucio y le colocaron unas hojas alrededor, cosidas con trenzas de caballo. Entonces, en la casa de iniciación paso noches enteras con sus pares circuncidados en su sendero a la madurez. Después llegaba Shangi a mandarle unos latigazos en el culo (una suerte de guía espiritual que los mandaba a meterse al lago gélido durante el invierno, y otras pruebas)

Sir Archibald Bradley, conocido etnógrafo y entomólogo conoció a Ota Benga durante su encomendada búsqueda del mosquito Johnson, única subespecie que era capaz de utilizar un sistema latinoamericano de codificación coa para estructurar funciones comunicativas. Archi le ofreció a Ota Benga dos espejos y una gorra con hélice por llevar 80 kilos en la espalda a través de dos días de camino por la sabana. Se trataba de 480.000 horas de grabación en cintas de stream of conciousness de Archi, según él indispensables para la búsqueda de esta verdad. En estas grabaciones, sir Archibald discutía consigo mismo sobre asuntos epistemológicos sobre la ruta a seguir. Estaba seguro que dentro de las 3.500 posibles combinaciones sintácticas de los lexemas “Se la va a llevar sirviéndosela” daría una coordenada cartesiana de la ubicación de los mosquitos. Entonces, cada una de las combinaciones se encontraban en las cintas. Éstas incluían “Sirviéndosela se la va a llevársela”, “se la va a llevársela sirviéndosela”, “la va a llevársela sirviéndosela”, “llevándosela se la va a irse sirviéndosela”, “yéndose se la va a llevársela sirviéndosela”, “se la puede llevársela sirviéndosela” “puede ser que se la valla a llevar sirviéndosela” y muchísimas otras. Una noche, Archi enajenado con sus grabaciones, maldice a los dioses por haber complejizado la comunicación a su extremo más absurdo, al permitir que pudiesen existir locuciones gramaticalmente aceptables para el nativo como “Puede ser la verdad que me gustaría conjugármela para poder haber sido una vez llevada para de tal modo irse sirviéndosela”. “¡Mi teoría es un error!”, grita como el leon de la sabana, rasgando sus ropas encolerizado. Grita en lenguas inconvencionales, maldiciendo a los dioses. Entonces el kilimanjaro erupciona, lanzando rocas de lava, las que hacen huir a Archi y a Ota Benga en busca de refugio...Continuará jajaja