Utopia de moro

I read Utopia by Thomas More [Tomas Moro]. A very easy-read Spanish translation, that I want to share. I found the last section, named Comparaciones the most appalling and challenging for a person who is dissatisfy with the system. It describe and criticize a richness-governed world, like the one we have now. The book was published in 1516 in Latin.

COMPARACIONES

He referido de la manera más exacta que me ha sido posible las cosas de aquella República que no solamente tengo la certeza de que son muy buenas, sino que estimo que únicamente ella puede llamarse República porque aunque en otras partes se trate verdaderamente del bien público siempre se atiende más al particular. Mientras que en Utopía todos miran preferentemente la utilidad común, dejando en segundo término el propio interés.

En otras Repúblicas, aunque sean prósperas y florecientes, y nadie tema morirse de hambre, procuran, no obstante, más sus comodidades particulares que la conveniencia pública; y aunque la necesidad obliga a veces a hacer estas cosas, no así en Utopía, donde todo es común, y por ello nadie teme morir de necesidad por estar llenos los almacenes públicos desde los que a todos se distribuye con equidad. No hay ningún pobre, porque nadie posee nada en particular, siendo todos ricos en común.

No se puede comparar la situación de otros países, ni siquiera de lejos, con la igualdad de esta República. ¿Cómo puede justificarse que un pobre, o un plebeyo que sea usurero, u otro cualquiera que no se ocupa en trabajo alguno o que toda su acción es poco necesaria a la República, pueda adquirir a base de tal ociosidad el vivir con esplendor y regalo, y que un trabajador, o un hombre del campo, tenga que trabajar día y noche con tanta fatiga que no la toleraría un animal, para granjearse escasamente su alimento, con menos comodidad que los brutos, que ni se cansan tan intensamente ni padecen por el temor de que les falten las cosas necesarias para la vida? ¡A éstos el trabajo de escaso provecho y poco fruto siempre les está aguijoneando, atormentándoles el pensar en la vejez mísera que les espera a todos aquellos cuyo jornal de un día es tan escaso que no les basta para el sustento de él, de manera que mal podrán poner de lado algo sobrante para los días malos de la senectud!

¿ No es ingrata e injusta aquella República que desperdicia grandes caudales en los que llama nobles, en los artífices de cosas vanas, en los bufones, en los inventores de deleites superfluos, y en muchos otros por el estilo, no teniendo el menor interés por el bienestar de los agricultores y toda clase de trabajadores, sin los cuales la República no podría subsistir? Se usa mal de aquellos cuyo trabajo es de gran provecho, desentendiéndose de sus desvelos; y cuando después de haber pasado muchos años se hallan necesitados de todas las cosas y con graves enfermedades, se les deja morir en extrema miseria, olvidando los grandes servicios que prestaron.

¿Qué diremos de los ricos que se quedan con el salario de los trabajadores, no solamente con violencia y engaño, sino con el pretexto de las leyes? Así, lo que antes se tenía por injusto, como era el no recompensar con agradecimiento a los que habían hecho algún bien y servicio a la República, ahora esta ingratitud y perversión la ensalzan y califican con el nombre de justicia, estableciendo leyes nuevas sobra esta base.

Estas invenciones de los poderosos, adornadas con los colores de la nación, se convierten en leyes; y los hombres perversos con codicia insaciable se reparten entre ellos los bienes que debían destinarse a la necesidad de todos. ¡Qué lejos está esto del bienestar de la República de Utopía!

En Utopía han desterrado totalmente la codicia del dinero no usando de él para nada, evitando así muchas pesadumbres y arrancando las maldades de raíz. Porque, ¿quién no sabe que los engaños, hurtos, robos, tumultos, alborotos, enemistades, motines, asesinatos, traiciones y venenos (que cada día son más frecuentes, porque los castigos no bastan para evitarlos), todo ello desaparece si se desprecia el dinero? ¿Y que la solicitud por el difiero es causa de continuas fatigas y desvelos para ahuyentar la pobreza, como si ésta solamente pudiera ser vencida con la riqueza?

Para que esto se vea con mayor claridad, piénsese en lo que ocurre en un año estéril y sin frutos, en el que muchos millares de personas mueren de hambre. Con toda crudeza me atrevo a afirmar que si al final de aquella carestía se abrieran los graneros de los ricos se hallarla tanto trigo que si se hubiera repartido entre las víctimas del hambre ninguno habría perecido por la esterilidad de la cosecha. Y con facilidad se hubiera podido proveer al sustento si aquel dinero (que con tanta excelencia fue inventado para que con su ayuda se abriera la puerta al remedio y al sustento) no hubiera sido el que cerró el camino y estorbó el remedio.

No tengo duda de que los ricos sienten y entienden estas cosas y no ignoran cuán mejor sería la condición de que no se careciese de nada necesario, más que abundar en cosas superfluas, y el librarse de muchos males más que el estar rodeados de grandes riquezas. Yo tengo por cierto que el verdadero gusto por una vida honrada y la autoridad de nuestro Salvador Jesucristo, el cual con su sabiduría y bondad pudo aconsejar aquello que era lo mejor para los hombres, hubiera conducido a todo el mundo a vivir de esta manera si no hubiera existido la soberbia, la cual no estima tanto los bienes propios como los males ajenos, deleitándose en afligir a los pobres, porque no mide y regula el bienestar por los provechos propios, sino, por los males de los demás.

La riqueza se levanta como diosa, a base de un mundo de miserables a los que pueda mandar y de quienes pueda triunfar, y cuyas desdichas la hagan resplandecer haciendo alarde de su poder y ostentación, con lo que se aflige y aumenta más la necesidad y la miseria.

Esta serpiente venenosa se enrosca en el pecho de los hombres y como si fuera el pez rémora los detiene y les hace volver atrás, impidiendo que sigan una feliz travesía de la vida; tan arraigada está en los hombres la soberbia que son pocos los que pueden arrancarla.

Me contento con que esta forma dé República (que ya quisiera yo que todas fueran igual) al menos haya podido realizarse en la Isla de Utopía, donde se ha seguido la forma de vida indicada, que no solamente tiene que durar y prosperar, sino que (en cuanto los hombres podemos conjeturar lo futuro) ha de permanecer para siempre. Ya que habiéndose extirpado de entre ellos el vicio de la ambición por una parte y la raíz de las sectas por otra, no hay allí peligro de discordia, que ella sola es capaz de arruinar las ciudades mejor fortificadas. Pero viviendo todos en concordia bajo instituciones humanísimas, nada podrá la envidia de los príncipes vecinos para deshacer aquel país, como ya se ha demostrado muchas veces.

Finis