Otro

Atardecía en el altiplano, e iba un lickarantai caminando por las laderas de un ayllu junto a sus ovejas de cara negra. A medida que avanzaba por los campos, su mirada recorría los confines sobre los cuales descansaban los volcanes. El Licancabur imponente reinaba sobre el horizonte, coronado por una estela de nubes estratos, las cuales se agolpaban en su cumbre dejando un manto de nieve a lo largo de su corona. Más allá el Lascar dejaba expeler sus fumarolas de fuego eterno. Las nubes se empezaron a agolpar a través del cielo, tapando casi completamente el manto uranizado que cubre las noches del verano. La mirada del hombre se elevó hacia el cielo para evidenciar el evento. El viento soplaba fuerte, y dando vuelta su mirada vio que las nubes se agotaban y el cielo estrellado remontaba en presencia.

Entonces Juan Vilca, recordando las palabras de su padre, quien desde temprana edad le enseño el arte de augurar los designios del tiempo, exclamó con voz de trueno.

--"¡Si se limpia va a caer una helada!"

Cual sería su sorpresa que entre las matas de la zarzamora, un imprevisto aldeano saciaba sus necesidades vitales de evacuación y tras escuchar el enunciado de Juan, sentencia con gran preocupación...

--"¡Chuuuu, entonces no me limpio naaaaaaaaaa!!!"

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