Galería de Miseria
Quise explicarlo con palabras, y que estas fuesen gruesas, que apartaran el aire que las separaba. Que pesaran sobre la hoja y sobre la conciencia de aquellos conchesumadres que alguna vez nos cagaron. Igual aca ahora, más allá de la circunstancia inmediata, metido en pensamientos oscuros, sobre africanos que alababan la mierda, y bañaban sus cabezas con el chorro de orina de sus vacas flacas, los miro y me dan pena. Me dan ganas de bañarlos en napalm y observar como su sufrimiento le hierve en la piel, a medida que el fuego químico los consume. Porque a ti te consume también.
Quién te crees, cerdo imbecil. Ahí abren los ojos hasta la descuencación. La barrera ha sido cruzada. Luego se remonta en violencia, con rajás de paño y weas. Pero después sólo quedará el sabor lúgubre de la sangre, ese aroma que enloquece a las bestias. Podía ver a través de sus caras estáticas, como fotos pop, colgadas a través del corredor de los éxitos. Un walk de la fama infame. Colgada al lado del momento en que la niña botó a la abuela, y la empujó hacia afuera de la mesa. La abuela se sacó la cresta, y no pudiste siquiera mover un brazo para evitar el trágico desenlace. Estabas volado como pico. Perdido entre las miradas con tus atolondrados brosters, quienes trataban esforzadamente de contener sus risas. O quizás quieras colgarla al lado de momentos gloriosos, como cuando te llenabas los bolsillos con el dinero de las arcas. Fuera de la auscultación de los arcanos, y mediante sucias triquiñuelas contables sacabas aquel porcentaje salvador, con el cual beberás y fumaras como con plata propia. Quizás a ti también deban bañarte en napalm.
Quién te crees, cerdo imbecil. Ahí abren los ojos hasta la descuencación. La barrera ha sido cruzada. Luego se remonta en violencia, con rajás de paño y weas. Pero después sólo quedará el sabor lúgubre de la sangre, ese aroma que enloquece a las bestias. Podía ver a través de sus caras estáticas, como fotos pop, colgadas a través del corredor de los éxitos. Un walk de la fama infame. Colgada al lado del momento en que la niña botó a la abuela, y la empujó hacia afuera de la mesa. La abuela se sacó la cresta, y no pudiste siquiera mover un brazo para evitar el trágico desenlace. Estabas volado como pico. Perdido entre las miradas con tus atolondrados brosters, quienes trataban esforzadamente de contener sus risas. O quizás quieras colgarla al lado de momentos gloriosos, como cuando te llenabas los bolsillos con el dinero de las arcas. Fuera de la auscultación de los arcanos, y mediante sucias triquiñuelas contables sacabas aquel porcentaje salvador, con el cual beberás y fumaras como con plata propia. Quizás a ti también deban bañarte en napalm.
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Qué bueno es escribir cuando el paño inmundo de este tejido miserable se llena de suciedades literatas!
Adelante compañero que la lucha es sin cuartel y donde la lucha es mucha la ducha es trucha!
<< Pa la casa!