infinite loop

Los tres robots entraron en infinite loop después que su amo los mandara a traducir su novela favorita, Las lecciones de Don Amador, de Paolo Coecho.

Efector
, el robot más agudo, logró salir del loop cuatroscientas horas después. Se animó al descubrir que sus compañeros metálicos todavía estaban atrapados en el endemoniado laberínto lógico. "Los sacaré a estos cárteres de aceites rotos," dijo acercándose rápidamente a Mecaldo.

Revisó su sistema de transmisión de información, chequeó rápidamente el kernel, descubrió el mismo sistema operativo de hace treinta años, pirateado evidentemente, engrasó unas piezas de la impresora, desconectó la entrada de energía, respaldando los datos en un periférico de almacenamiento, que con malicia le insertó en el funiculus umbilicalis a Mecaldo (y lo dejó ahí para mortificarlo después), encendió el sistema nuevamente y el robot comenzó a responder lentamente.

Luego, se acercó a Roscar, modelo de última generación, software cedido por una multinacional (de hecho era el único que tenía software original y un gran dongle key que ostentaba con gusto en su ingle bruñida), Efector y Mecaldo teclearon algunos hechizos algorítimicos y lograron sacar rápidamente y con estilo a Roscar de su loop.

Siempre que ocurría lo mismo, los tres robots trataban de exteriorizar una ajena sensación que los inundaba, como una animadversión extraña contra su amo que los colmaba por obligarlos a tareas estúpidas, como la traducción de sus novelas banales, pero como sus sistemas operativos, no estaban programados para expulsar esa cantidad de energía que se aglomeraba espontáneamente, debían recurrir a otros subterfugios. Allí se conectaban en red, garabateaban un momento en una tableta gráfica que había quedado olvidada en ese rincón de la casona de su millonario amo y articulaban haykus de honda contemplación y melancolía.

Obviamente, pronto les llegaba la voz de ultratumba de su amo, preguntando por los textos. Los textos, los textos, gritaba, me han robado mucho tiempo, a producir siervos!, y los hacía leer en una pantalla holográfica la etimología de la palabra robot, que en checo quiere decir "trabajo forzado" para estimularlos a terminar el libro que debía entregarle pronto a su madre. Pero su madre está muerta, repetían los robots en coro casi como una excusa. Jamás, su espíritu transpira en estas murallas, ¿qué no ven que me está mirando? gritaba y volvía a ordenarles que terminaran.

Entonces los robots volvían a entrar en el infinite loop.

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Blogger Translaughter dijo...

buen texto. toma tiempo deglutinar tan almisclada savia. Recordemos además que el almizcle es la savia de la mierda del buey almizclero.
Buena elección de personajes y gustaría saber mas info sobre el infinite loop. ¿Están allí todavía?

6:55 p.m.  
Blogger Translaughter dijo...

Querimo' Vishual eid. Un dibujito, Maestro.

9:02 p.m.  
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