Raíces
Busqué debajo de la tierra, en las raíces de la Pachamama,
aquél tuétano que me une a su sagrada placenta, y en su lugar encontré pura
mierda de generaciones pasadas, entre ellas una espada de símbolos cristianos
manchada con sangre de implacable araucano, un certificado de nacimiento de
apellido español y pos apellido araucano. Vi la vergüenza de mi casta, de
yanacona que trabajó para el amo, que por miedo a la muerte dobló su rodilla
para ser bautizado con nombre de extranjero y vestido a su semejanza, vestido
para el trabajo, la faena, el cultivo de hijos de la tierra, para llevarlos al hocico hediondo del español, a
cambio de un porcentaje irrisorio. Explotando a su madre, olvidando a su padre
y su idioma, lo perdió todo para siempre. Y nosotros derivamos, sus engendros,
que con miseria ensuciamos la metrópolis, matándonos, violándonos y robándonos,
todos contra todos. Y si alguna vez te cago es por eso, y quizás algún día me
cagues por lo mismo, y no hay problema. Así es nuestra raza. Sus caras
redonditas recubren las calles frías. Estaban ahí a toda hora.
Un niño llora en una esquina. Su llanto es por miedo, pero debería ser más profundo que eso. Su
madre le ha abandonado. Ese llanto de abandono debería ser por su
resentimiento que se acumula por años. Eso es dolor. La pérdida humana. Una
pepita de oro que en un soplo de invierno se transforma en roca. Una más de las
que suenan en los caudales. Lo nuevo en su uso pierde su esencia y se transforma en viejo. Viejas
palabras que obsolecen en mi boca, dejando el amargo sabor de boca todas las
mañanas. Me obliga a lavar mis dientes, frente a un espejo que alberga a
alguien distinto, alguien más barbón que
el que se acostó en mi cama esa noche de los sueños de raíces. No hay tal sueño
en la cara del espejo. Solo rutina que será concretada a través del día.
Mañanas Terminales. Días perdidos, con el ánimo de una estatua.
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Este ta pa darse ánimo un día lunes en la mañanita!
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