Sobre la escritura

Que yo tomaba los pedazos malolientes de la realidad para armar castillos mentales de conceptos cohesionados por los textos en redacción espontánea no será tarea mía reconocer sino para aquellos investigadores avocados a la desmembración de mi literatura o empresarios de empresas incluso más tantalizantes e infructuosas. Eramos de literatura gruesa, como mojones después del asado. Al menos eso decían aquellos que sabían. Y realizamos con el tiempo que no era así, mas no sería adecuado prepostular invenciones aún no inventadas. Ahí se escondía la magia, como si fuese Osama en las alturas. Bendito es el que viene, sacando tremendo cuete, como pa dejar a todos locos, apretándonos los cocos. Y quizás no sea mas falso que nuestro deseo de triunfar en aquel ranking de la lengua de Cervantes como si aun fuéramos sirvientes de aquel orden gramatical. Aquel usado para medir nuestros menoscabados intentos de ser los nuevos escritores que definen la realidad con sus voces trémulas y mulas, como si todos comprasen aquella mierda que les sale del culo. Y quizás nuestra literatura no sea densa nunca mas, después que miles de generaciones de miserable mastiquen y escupan nuestras obras en sus propias tribulaciones literarias.

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