El proceso miserable de escritura de Pluskuamperfekt

Cada vez que retomaba el cuaderno, acodaba el brazo, y hacía danzar la pluma en el claroscuro cuadriculado de mi cuaderno tratando de delinear las aventuras de Dargüin y su Siervo-robot alrededor del universo, se me ocurrían puras gueás. Salían Bush, un emperador galáctico obcecado, que tras aplastarse un coco con la puerta de su walk-in closet, descargó su batería de política-con-sangre-entra. O mi amigo Celedón, barbudo como un quetzalcoatl retornado a tenochtitlán hundida, que descolgaba su discurso rojo-conservado por las murallas húmedas de la U.

Pero ahí quedaba en la congelada enunciación del carácter, idolatradas sus voces hasta el hastío. ¿Y qué esperaban de esta miseria incontable, hueca la voz por el enigma?, y cuando termine estas líneas, ni siquiera la ambigüedad restará por ser fabricada…*

* De acuerdo al artículo 38 de la LEY 17336 DE PROPIEDAD INTELECTUAL DE CHILE, debo mencionar bajo pena de multa, que este párrafo fue inspirado en el genial escribidor Adolfo de Nordenflycht, para no decir que lo transcribí groseramente.

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