la inútil decadencia de la palabra desgastada

Nadie leerá tus hueás
me decía la vieja conciencia
montada en yegua chúcara

Sus coces hediondas a mala onda
iban hiriendo la poca corteza cerebral
que puede heredar en la repartija de mierda neuronal

Y allí sufriendo la muerte de mi persona
encajonado en ánforas de cristal abrumado
me daba cuenta que era miserable
como la puerta que un poema no abre

La clave está en la organización
escuchaba la voz de un flato sin garbo
que me entronaba sus misterios verbilocuentes
pero sólo eran restos náufragos de la palabra

el epílogo triste de quien extraña terremotos
revueltas de estómago en las postrimerías de la razón
algún helado sentimiento resbalando su lapa verde por la pared de los lamentos latinoamericanos
y yo allí apoyándome y manchándome la chaqueta
aquel artilugio de la hombría y la labor

FE y LABOR entronó el rey de adoctrinamientos
y por sobre las espaldas arqueadas
se paseó el vespero fatal del látigo
lacerando a guisa de cristos informes
nuestra dignidad,
o la pregunta de nuestra situación caótica
para acallarla bajo las siete llaves.

y con palabras robadas a una horda de infames
saqueadores y violadores
ordenamos palabras en estanterías roñosas
en quipus hechos jirones por el pisoteo
de la mentira

En pantallas encolerizadas, en fogones de líneas catódicas
en tabulas colmadas de verba subdesarrollada

allí donde el lector ponía su cursor inmundo
clicando las tetas de alguna lolita checa
explotada por una mafia pornárquica
nosotros imponíamos una sinrazón
un garjago último, resbaladizo,
la sombra de un grito de hastío,
la ponzoña inocua amparada por los amos
el chiste inofensivo
la inútil decadencia de la palabra desgastada

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