Con permiso de la cultura...
La realidad sufre de halitosis, caga hincada sobre un agujero hecho a la rápida en el cerro, con asco mientras asciende el olor a mierda y busca unas hojas para poder limpiarse el culo, el cabello enroscado en gruesas matas grasientas le tapa los ojos y de alguna manera la protege. La realidad es así poderosamente simple, muy distinta a la cultura aquella parasítica enfermedad que se apodera de su natural bestialidad y la transforma... como la ves que el profesor de sicología nos hablaba de las convenciones sociales y como "ser homosexual" era equiparable a no poder pronunciar "shoulders" en inglés. "Son todas reglas que se las enseñamos a los cabros chicos", dijo, "¿quién no quiere lo mejor para sus niños?", afirmaba. Y su mierda político correcta también salía timorata, pero aplastante, cuando pronunciaba los motes de "breve como un viento en un canasto" o se complicaba para decir algo complejo o compremetedor:
—Con el permiso de las damas presentes y espero me sepan disculpar por lo que voy a decir, pero... los alumnos son criaturas en un proceso de desarrollo...
y uno quedaba preguntándose cúal había sido la parte terrible que merecía disculpas... La realidad no es así como esa disculpa remilgada. La realidad se parece más a una chuchada a priori bien dicha en el medio de un almuerzo familiar, algo así como cuando mi padre dijo:
—Mira ese gallo es un pobre y triste concha de su madre.... con permiso de la mesa...
—Con el permiso de las damas presentes y espero me sepan disculpar por lo que voy a decir, pero... los alumnos son criaturas en un proceso de desarrollo...
y uno quedaba preguntándose cúal había sido la parte terrible que merecía disculpas... La realidad no es así como esa disculpa remilgada. La realidad se parece más a una chuchada a priori bien dicha en el medio de un almuerzo familiar, algo así como cuando mi padre dijo:
—Mira ese gallo es un pobre y triste concha de su madre.... con permiso de la mesa...
Etiquetas: Cuentos miserables, familia miserable
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Interesante problemática. Me recuerda a mi abuelo que en su locura senil se creía director de televisión y por medio de su televisor sharp dirigía las transmisiones a todo el mundo. Cuando se le preguntaba sobre alguna evidencia que justificase su delirio, simplemente manifestaba que en esta realidad tan compleja no se podían observar las razones más profundas de nuestra existencia sin complicarlas al mismo tiempo la existencia misma al saber tanta información que en el fondo no serviría para cambiar nada. ¿Quién es el loco al final?
<< Pa la casa!