Feliz 18

Surgimos de la materia con nuestra cara de ahueonados, y en el fondo de nuestro corazón sentimos que merecemos esta errada senda en la cual no ha llevado este lastimero circo itinerante, que en realidad no nos mueve a ningun sitio, sino que nos mantiene engordando en nuestros sillones, y repitiendo aquel triste espectaculo en cada capitulo. Obligados a narrar con nuestras vidas la boludez del dia a dia. y de repente aparece la vuelta de cueca, que nos consume en su vorágine, y la gente se licencia en el consumo y la autodestrucción, para luego reasumir el mismo show y colocarnos la corbata para demostrar a los demas que podemos, que somos capaces de llevar esta cruz, y someternos a lo establecido, que es lo mejor para todos (se supone)
Con la misma cara de idiotas parlanchines, payasos tristes, volvemos a la vuelta de cueca, y esperamos que su cadencia nos embobine lo suficiente para seguir soportando la adversidad.

Ubi sunt miseria?

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Lucha de clases

Fui a comprar una bebida al quiosco de la esquina. Este es un barrio privilegiado de Santiago, pero rodeado de edificios altos con miles de oficinas.
Pido mi producto y una señora, bien pituca, se me suma a mi costado. Pareciera estar contando unas monedas. Me dan el vuelto. Otra señora se aparece por mi otro costado y pide algo al quiosquero. Repentinamente molesta la primera señora recrimina a la segunda:
—A ver, espérate un momento, yo estaba primero esperando—Dice muy intempestivamente, con violencia casi, como quien reta a un lacayo o pone en su lugar a un subalterno en una cadena de mando: ese era el tono de su voz. Evidentemente la señora estaba más del lado de una dueña de empresa que de una trabajadora.
La segunda señora, sumisa, guardó silencio, casi poniéndose en un lugar reservado por la ancestralidad a su clase: estaba más del lado de una trabajadora que de una dueña de empresa.
Yo, que estoy en la terapia de no guardarme opinión alguna, objeté un poco el comportamiento de la señora pituca:
—Tiene energía la señora—dije.
—Pero está bien dijo—La señora sumisa, cobrando un tono su rostro como si su madre la hubiese retado.
—Ojalá todos los trabajadores pudiésemos reclamar nuestros derechos de la misma forma—exhoneré con alta voz. Una tercera señora que se había aglomerado al grupo me apoyó:
—¡Eso es cierto!

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Stgo en Colores

El mejor modo de conocer Stgo es salir de él. Y observar con ojos renovados como la explosión de colores de un cielo despejado y sin vapóreo humo se abre paso por las pupilas gastadas.

Pero aquí lejos de cualquier posibilidad de huir del pozo capital, dedicado a contemplar con gasto profundo la irrealidad que me rodea sólo atino a conmemorar en secreta alianza mis devaneos por la provincia.

Nosotros que nos damos cuenta del infortunio de la existencia, creemos que en la palabra ronda una especie de salvación divina. Es por eso que buscamos en los resavios de la galaxictica humanis la prima causa de nuestras desgracias.

Así dimos con un dios de quinta categoría quizás, llamado Pitao Zig, patrono nahua de la misfortuna. A quien debemos nuestra estirpe miserable y nuestra condición de truchimanes exonerados por la sociedad.

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La miserabilidad misma

Aquí en santiago
Agobiado bajo el abrasante sol de febrero
La calle deja huir medusas de transparente éter...

Parece que me vine a la ciudad más calurosa
El aire acondicionado no funciona, como de costumbre la macrotecnología no se adecua a las intenciones criollas.
Nos refrescamos con el agua y el hielo, que es nuestra ambrosía.

Segunda jornada y ninguna venta. Pacientes esperamos por los compradores. Hoy comenzaron las primeras reuniones en el Sheraton, así que pronto vendrán solícitos por los retratos de sus rostros internacionales.


Cierre de transmisiones

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